Suele decirse que cuando una persona está afectada sentimentalmente no puede pensar correctamente, por ello es frecuente escuchar recomendaciones como "espera a que se te enfríe la cabeza", y así con la cabeza fría, habremos de preguntarnos quién intenta incendiar la Casa.
Esto viene porque desde hace varios días o incluso meses, existe un ambiente rancio dentro de la Máxima Casa de Estudios (UNAM) y dentro de nuestro México querido. Este ambiente se ha ido agravando por sucesos en los que deliberadamente se tocan fibras sensibles, dentro de lugares sensibles en la sociedad mexicana.
En estos momentos hay un debate por la violación al debido respeto de la autonomía universitaria, específicamente porque se traduce en la posibilidad de haber podido afectar a estudiantes, cuya misión central se supone que es la de prepararse para servir más y mejor al país.
Una supuesta investigación con agentes judiciales por la búsqueda de un celular robado, en el marco de una tensión enorme dentro del campus universitario parace francamente estúpido, o en el peor de los casos, malévolamente armado.
Pues bien en cualquiera de los supuestos, la recomendación de "enfriarse" sigue teniendo vigencia para pensar debidamente las cosas, ya que no es correcto tirarse al barranco envuelto en la bandera de la autonomía universitaria, cuando existen elementos claros, o por lo menos sospechosos, de que las cosas están previamente deliberadas para justificar acciones contra la Universidad, o generar presiones políticas desde la misma, en favor de actores políticos ajenos absolutamente a los verdaderos intereses de nuestra Casa de Estudios.
No fueron los estudiantes quienes prendieron fuego a un autobús de pasajeros en Insurgentes sur, tampoco quienes ocupan el auditorio Justo Sierra (malamente llamado Che Guevara) ni quienes atacaron al policía que entró al campus universitario, ni quienes han atacado los bienes de esta Universidad con roturas de cristales y pintas con insignias como "comunismo o muerte", "ni Dios, ni estado ni nada" o "muera toda autoridad", entre otras.
Claramente, detrás de tales frases y acciones están grupos de anarquistas. No es muy complicado sacar conclusiones de la naturaleza de ideología que contienen esas frases y la comunión que existe con la que ostentan dichos grupos. Los tapabocas, las mascaradas y las capuchas que usan tales sujetos, son propios de la cobardía de delincuentes que no quieren mostrarse ante los demás por un supuesto "miedo" a que se tomen represalias contra ellos.
Está claro que las represalias que la autoridad pueda tomar contra estos encapuchados no son tales, en cualquier caso, son consecuencias jurídicas por la comisión de delitos que en derecho llamamos sanciones.
La anarquía no lleva a nada sino a la destrucción misma y a la contradicción. Es literalmente imposible que subsista un grupo social sin autoridad ni jerarquías, y es absolutamente incoherente que los anarquistas mismos tengan un líder y por tanto, una autoridad ante ellos que les indica a los demás qué hacer, en donde protestar y que pintas expresar.
Pero, ¿quien está detrás de los anarquistas?...
No soy proclive a creer en las teorías de la conspiración ni a armarlas, por lo que tampoco habré de desvelar el manto que de una vez por todas nos aclare para siempre este enorme misterio...que por cierto ninguno sabemos.
Sin embargo es evidente que ante la locura debe caber siempre la mesura, especialmente de parte de quienes tenemos el deber de hacerlo así por formación universitaria, por lo que tampoco debemos morder el anzuelo de la autonomía, para dar pie a que se justifiquen acciones contra la UNAM y con ello se vulnere, ahora sí y de verdad, dicha autonomía universitaria, echando por la borda todo el trabajo, orden y el progreso que se realiza día a día en nuestra Universidad.
La tan traída autonomía universitaria no puede ser, ni es el refugio en el que cabe todo tipo de vandalismo o delincuencia dentro del campus, por lo que habrá de entender que la autonomía es una facultad para que la Universidad tenga sus propios lineamientos organizativos, académicos, estructurales y de manejo presupuestario. La autonomía jamás abriga la idea de que la UNAM sea un territorio soberano en el que no puedan entrar las fuerzas de seguridad nacionales para hacer valer el estado de derecho cuando fuere necesario.
Tampoco justifica la falsa idea que dentro de la UNAM pueda cometerse cualquier tipo de ilícito y quedar impune. Antes bien, los mismos universitarios somos quienes debemos pugnar porque sea siempre el orden el que prevalezca, y las normas como las únicas que pueden dar verdadero sustento a una sociedad.
Aún así, la injusticia cometida desde el Estado debe ser siempre atacada, pero la indignación que causa tal injusticia, tambien puede ser canalizada por la protesta social, legítima, valiente y espontánea, pero sin capuchas, máscaras ni tapujos, que son propios de quienes esconden no solo sus rostros, sino sus verdaderas intenciones y las de quienes se encuentra detrás de tales grupos.
Sólo nos queda una pregunta que hacernos: ¿habrán encontrado el celular que buscaban?...
Adios.